Toda curación se completa con un movimiento interior que significa «me inclino ante lo que fue», o «abro mi corazón a lo que es tal como es o tal como sucedió, tal como fue, y trato de encontrar la perla oculta, que se protege contra el grano de arena, en la ostra» o «intento hallar la luz en la sombra o en el fondo del abismo o conflicto o pérdida o lo que fuere que me tocó transitar».
En definitiva, hablamos de una dialéctica constante entre el yo y la vida. Un diálogo muy difícil porque la vida nos zarandea, a veces tremendamente. Pero un diálogo que, bien llevado, puede ser creativo y fértil y ofrecer grandes desarrollos. Y, sobre todo, generar evolución y crecimiento hacia la plena y alta cima de lo humano: el amor a todo, en el cual los yoes personales por fin guardan silencio. Y el sufrimiento se debilita.
Joan Garriga