Una cosa es cuidar un poco a alguien que está mal y otra es cargar adentro con el malestar de otra persona.
Publicada en Revista Parati (Argentina): clic aquí
– ¿Qué significa “abrir los ojos”, este concepto del cual vos hablás en el libro “Constelar la vida”?
– Muchas personas tienen problemas porque en lugar de ver y respetar que la madre está deprimida o que el padre no se conecta bien a la vida porque perdió a un hermano, se implican, se sacrifican por los padres en una suerte de amor ciego, con la idea también un poco de amor ciego.
También con la idea un poco heroica y extraña de que con su sacrificio los padres obtendrán un beneficio. Así que el amor ciego, básicamente, significa no poder integrar aquello que la realidad nos muestra claramente e implicarse en ello.
En cambio, el amor lúcido es uno que dice: “Mamá, veo que estás deprimida y lo respeto. Te quiero, pero no me corresponde a mi cargar con tu depresión, o deprimirme en tu lugar, o morir en tu lugar, sino que ésta es tu vida y yo tengo la mía”.
Digamos que el amor lúcido es uno que tiende a generar bienestar en las personas y el amor ciego es uno que hace que sobre un sufrimiento, por ejemplo en una familia, luego se construyan más sufrimientos. Por eso el subtítulo del libro es del amor ciego al amor lúcido.
Bert Hellinger, que es el que creó el trabajo de constelaciones, hablaba del amor ciego con dinámicas de tanta fatalidad, con que “te sigo a la muerte querido papá”, “me enfermo en tu lugar querida mamá”, llevo la tristeza por ti.
El amor ciego es un amor sacrificial y el amor lúcido es un amor que respeta la realidad del otro. Esto no significa que en una relación se desentiendan. Una cosa es cuidar un poco a alguien que está mal y otra es cargar adentro con el malestar de otra persona.
– ¿Y cómo podría lograr alguien el amor lúcido en su pareja?
– Muchas veces, en una pareja el otro es una invención que uno hace acerca del otro. Una pregunta que podemos hacernos es: “¿Vemos al otro o inventamos al otro en la medida de nuestros anhelos o expectativas?” Entonces, en realidad, toda pareja es una mezcla de invención y de atrevimiento a conocer la realidad del otro y así el amor lúcido sería “te veo más que te imagino o que te pienso”.
Por ejemplo, en el enamoramiento muchas veces se trata de, “me mueves mucho, pero te veo poco”. Luego, avanza la relación y voy viendo mejor quién eres y ya no me mueves tanto. Pero, me mueves lo suficiente como para elegirte como pareja.
– ¿Por qué es tan importante estudiar el árbol genealógico?
– Nuestra vida no empieza cuando nacemos o cuando somos fecundados, sino que somos un eslabón de una cadena y detrás nuestro están un padre y una madre, o a veces otras personas que nos criaron, nos cuidaron… Están nuestros abuelos. Entonces, lo que se ha demostrado es que en un sistema familiar los hechos que han tenido fuerza e impacto en este sistema se heredan de alguna manera, se transmiten y las figuras principales del árbol son el padre y la madre porque tuvieron mucha influencia cuando el hijo era niño y ahí se cuecen en este caldero familiar.
Es realmente importante porque una constelación trabaja con la posición que uno tome -de víctima, de vengativo, de perfeccionista-, que sirvieron en la infancia, pero luego, cuando uno va a la pareja o a otras relaciones, ya no sirven.
Por eso, el amor lúcido es un amor que mira el presente y se orienta hacia el futuro, y el amor ciego está influido por todas las reminiscencias del pasado.
– ¿Cualquier persona puede constelar o hay algunas que sí y otras que no?
– En principio, cualquiera que tenga algún problema o algún sufrimiento y quiera cambiar o buscar caminos o comprensiones o soluciones podría hacerlo siempre que fuera adulto, que esté al cargo de su vida o que sostenga su vida.
Esto quiere decir que un psicótico, un esquizofrénico o una persona con una enfermedad mental grave también se podría trabajar con constelación, pero siempre y cuando viniera acompañado de un terapeuta, de un psicólogo, de un médico, de un psiquiatra o de un familiar que pueda contener lo que sucede.
No hay contraindicaciones teóricas. Lo importante es la figura del terapeuta que se sintoniza con la persona y tiene que ir evaluando momento a momento qué se puede, hasta dónde se puede, etcétera. Una constelación no es “vamos a hacer una constelación”, se enmarca dentro de un proceso de trabajo para que la persona esté mejor.
– ¿Qué significa para vos esta frase: “Bert Hellinger el apóstol de la inclusión”?
– Podríamos decir que la mente común, que en realidad corresponde a una mente más bien infantil, dice, por ejemplo: “A mi padre sí le quiero porque se ganó el derecho a mi cariño, porque se portó bien, pero, en cambio, a mi madre no le doy un lugar porque me ha abandonado cuando era niño”. Y entonces, la mente pequeña dice lo que me hace bien es bueno y le doy un lugar en mi corazón, lo incluyo, y lo que me hace mal, pues cierro mi corazón y lo excluyo. Así funcionamos.
Pero, esto es una pretensión de la mente y es una pretensión de la mente humana, aunque la realidad tiene otra lógica. En la realidad, lo que quiere es ser reconocida y aceptada de la manera que ha sido. Entonces, conviene que uno diga a la madre: “Mamá, tú formas parte, gracias por la vida, me dolió mucho que no estuvieras y la culpa por haberme abandonado por supuesto que la cargas tú en lugar de sentirme yo culpable de que me abandonaras y de esta manera te doy un lugar en mi corazón”.
Es decir, la inclusión es incluir a las personas y la realidad de la manera exacta que han ocurrido las cosas en lugar de apelar a esta función tan infantil de lo bueno y lo malo.
– ¿Cuál es según vos el secreto de las constelaciones?
– No sé si tienen secretos. Yo no tengo secretos tampoco. El encuentro humano y el éxito de las constelaciones se deben a que se enfocan -creo- que en lo más importante de una vida, que es los vínculos, los movimientos del corazón. El vínculo es la unidad básica de la vida. Vivimos porque hubo una madre, un padre, hubo otras personas y la vida consiste en vincularse y en acompañar personas y personas que te acompañan en el camino de la vida.
Lo que hace la constelación es mirar nuestros vínculos. Este es el secreto de que funcionen tan bien porque van al grano.
– ¿Por qué se da que la persona que ejecuta la constelación suele sentir lo que está experimentado el grupo o la persona que asiste como paciente?
– Los seres humanos tenemos bastante sensibilidad y no sólo en una constelación somos empáticos. Nos adentramos en campos de sensibilidad bastante evidentes a veces. En una constelación, los representantes o las personas que representan al padre, la madre, el abuelo o lo que fuera también están en un campo de información un poco inexplicable, que pone de manifiesto o en evidencia aquellas dinámicas que no se resolvieron.
Esta hija que siente que tiene que ir ella hacia la madre porque la madre no está disponible, esto se refleja en una constelación, pero luego vemos que la madre tuvo una violación cuando era joven, que no la pudo resolver y al no haber integrado esta violencia no la deja energéticamente tan disponible para ser la madre.
Es un campo de información curioso que sucede en las constelaciones y nos vamos adentrando en él siempre con mucho cuidado y con mucho respeto, como si fuera un camino para explorar lo que la persona necesita aclarar, no tanto como una bola de cristal o la voz de la verdad o un oráculo que nos dice cómo son las cosas.
– ¿Para qué sirven para vos las constelaciones?
– Como cualquier otro abordaje terapéutico de ayuda, sirven para ayudar a que la persona maneje mejor sus problemas, encuentre caminos y soluciones y se oriente mejor respecto a los grandes asuntos de la vida, que son de dónde venimos, nuestros padres, nuestra pareja, nuestros hijos, nuestros abortos, nuestros amigos, nuestro trabajo, nuestra salud.
Es decir, igual que cualquier otro abordaje de ayuda, no es algo fuera de un abordaje psicológico y terapéutico de ayuda. De hecho, la gente que acude al trabajo de constelaciones muchas veces está en un proceso terapéutico con un psicólogo, un psicoterapeuta y la constelación es para acelerar un poquito ciertos procesos. No tiene nada distinto de esto.
– ¿Por qué les recomendarías a los pacientes hacer constelaciones?
– Porque es una posibilidad de mirar de una manera muy rápida asuntos muy difíciles. A veces, los traumas familiares están recubiertos de un manto de invisibilidad, de neblina y una constelación es una de las herramientas que hay ahora en el mundo terapéutico que permiten mirar con más claridad y más rapidez asuntos que a veces son difíciles o que la persona percibe borrosamente y que le permiten avanzar más en su proceso de estar bien.
– ¿Cuántas sesiones tendría que tener una persona para ir mejorando?
– Eso es indefinido. Ahí no hay reglas. Pero, en general, se aconseja no hacer muchas constelaciones. Si hiciera una constelación contigo y es relevante y hemos tocado cosas de tu familia de origen, de tu problema actual o lo que fuera, salvo que queden cosas pendientes porque a veces una sola también queda limitada porque falta información; te diría que te pases un tiempo sin hacer constelaciones y que, si necesitas algo, busques alguna terapia que te acompañe.
Pero, a veces es tan potente una constelación que, si hacés muchas, lo que tienes es una confusión mental y más con diferentes personas. En mi opinión, no se puede hacer terapia de constelación en el sentido de vamos a constelar cada semana. Hay que pensar las constelaciones como un abordaje complementario a procesos terapéuticos o como una persona adulta que está ante un problema y quiere mirarlo rápidamente con una metodología bastante clara.
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