Dos caminos para el desarrollo personal
Cada persona trata de ser leal a su procedencia y su familia, con sus reglas y costumbres, su lengua, sus tramas vitales, afirmándose en su identidad. Así se extiende en el mundo y se desarrolla. Sin embargo sólo de una manera limitada. Para desarrollarse plenamente también necesita incorporar lo ajeno y extraño como propio, o como de pleno e igual derecho para la vida.
Enseña Bert Hellinger que la conciencia de las personas acerca de lo bueno, lo correcto y lo adecuado es, en su trasfondo, una forma de lealtad infantil que le asegura el amor y la pertenencia a su familia y a sus grupos de referencia. Algo así como que los palestinos odian con buena conciencia a los judíos, y viceversa. En cierto modo nos sentimos inocentes si hablamos la lengua de nuestros padres y cumplimos con la cultura, las reglas y lo previsto en otros muchos aspectos, y culpables si desarrollamos conciencia propia sobre lo adecuado y lo bueno y lo malo y vamos más allá de lo que marcan los cánones y creencias de nuestro grupo. Pero podemos preguntarnos: ¿Se desarrolla más un judío odiando a los palestinos (y así guardando lealtad a su pueblo) o bien cuando los incluye en su corazón como iguales y legítimos y de la misma manera dignos de amor y se siente también uno de ellos (arriesgando su lealtad a su pueblo)? Por extensión y salvando las diferencias: ¿Se desarrolla más un catalán cuando por amor a sí mismo y lealtad a su pueblo impone su lengua a la de los inmigrantes que todavía no la conocen o cuando, también como castellano parlante, los siente como huéspedes de honor y se adapta con cuidado a sus posibilidades?
Sabemos del daño que causa la competencia y la lucha, y la ventaja evolutiva que supone la cooperación y el amor. Al contrario, la ciega vehemencia, los fundamentalismos, las ideologías, se sostienen en arcaicas e infantiles cuerdas emocionales que nos mantienen pequeños. Son asuntos de niños grandes que trazan fronteras en su corazón entre lo que es digno de ser amado (lo propio) y lo que tiene que ser rechazado (lo ajeno), y si es necesario organizan guerras.
Desarrollarse en plenitud quizá significa extender los brazos del amor en las dos direcciones y de igual manera: hacia uno mismo, reconociendo la importancia del Yo y hacia los demás, asumiendo que el Tu en cierto modo también es Yo. Es decir, extender un movimiento de amor hacia todos los seres y maneras de vivir sin exclusión. El gran reto hoy para muchos en el camino del desarrollo personal no es ser más Yo sino más Tu, y probablemente un poco menos Yo.
Joan Garriga
Creo que el destino colectivo sera crear COMUNIDAD…..totalmente de acuerdo menos yo y mas nosotros….diria el principito veo humanos pero no veo.HUMANIDAD
Es ,a mi parecer, la revolución de estos tiempos, la que podrÃamos al menos intentar. La revolución para el buen amor. Gracias.
Muy interesante aporte.